Hay veces que tengo que levantar
el pie del acelerador, porque tengo la sensación de que todo va tan rápido que
me pierdo los detalles de las cosas, de lo que sucede a mi alrededor, de las
personas que me rodean. Siento que vivo de pasada, siempre pensando en lo
siguiente, siempre planeando algo para hacer en algún momento futuro para que
cuando llegue el momento, no poder disfrutarlo intensamente porque ya estoy
pensando en otras cosas futuras.
Por eso a veces paro y pulso un
botón imaginario que dice “Stop”, y unos segundos después se hace poco a poco
el silencio. Sólo estoy yo, andando por una calle. Las prisas y el estrés, los
recuerdos de cosas desagradables que me hayan pasado últimamente, el cansancio
y la inseguridad…A todos ellos los oigo cada vez más bajito y cada vez más lejos. El aire se los está
llevando... Entro en un edificio, y los
habré perdido de vista para siempre.
Sin relojes, y sin ventanas por
las que se filtre ninguna luz, me desoriento rápidamente. Me sumerjo en una
piscina de agua caliente y cierro los ojos. Las burbujas que brotan del fondo chocan conmigo y me
mecen. Y yo me dejo. El sonido del agua
hace que incluso me sea difícil escucharme a mí misma, así que silencio mi
diálogo interior. Ya solamente existe piel y agua.
Mi cuerpo, cansado del bamboleo de
las burbujas, pide algo más sosegado, como la tranquilidad de una sauna. Todo
el ruido acuático anterior se transforma ahora en una intensa niebla, muy
caliente. Y todo lo que percibo es un refrescante olor a eucalipto y una
musiquilla árabe sonando de fondo. Siento que los dedos de mis manos están
empezando a arrugarse y me pregunto sin éxito ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Atontada por el calor, salgo de
allí necesitando algo realmente frío, y una piscina de agua congelada me espera
muy cerca. El contraste es tan brutal que llego a sentir dolor durante unos
segundos, luego siento como si me encogiera y me hiciera más pequeña, como si
ocupara menos espacio.
Preocupada por el estado arrugado
de mis dedos, vuelvo a oro estanque esta vez con una temperatura normal. Y
ahora sí, ahora ya no siento nada. Ahora tengo la certeza de que me he dejado olvidadas
en la sauna y en el hamman a las pocas preocupaciones que consiguieron colarse aquí
conmigo.
Un ruido familiar me hace recordar
que sigo en el mundo real: mis tripas
han venido a rescatarme de este limbo acuático y me informan que debe ser
alguna hora en la que están acostumbradas a recibir algo comestible.
Cuando salgo a la calle ya es de
noche, y con cada paso que doy siento como si flotara un poco. Pulso el botón
imaginario que pone “Start” y todo comienza a girar otra vez.
Baños árabes Aire de Sevilla: Calle Aire nº 15, 41004 Sevilla.
Teléfono: 955 01 00 25
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