sábado, 24 de junio de 2017

Torch


A mí no me gustaba tomar café.

Empecé tomando café con chocolate, como ya os conté en este viejo post http://unachicaenelsur.blogspot.com.es/2014/03/the-starbucker.html, cuando los Starbucks proliferaban en las ciudades europeas como si salieran de debajo de las piedras. Años más tarde, descubrí que si me tomaba un café con leche por la mañana en ayunas, mi velocidad mental en el trabajo se multiplicaba y me encontraba súper despierta. Y ahí estaba yo, con mi café mañanero todos los días, incluso también cuando no iba a trabajar.

Porque el día que no tomaba café, la sensación de que el mundo se iba a acabar lo invadía todo. El dolor de cabeza, la sensación de lentitud… Y algunas personas me preguntan: Con solo un café al día?? Sí, con un café, y encima con leche, al día. La cosa derivó en que todo se transformó en un estado de semi alerta y nerviosismo, y  se acabó extendiendo al resto del día.  Acabé necesitando algo que me ayudara a dormir por las noches, un antídoto para lidiar con todo aquello. Pastillas de valeriana, infusiones de manzanilla o de tila… y cuando me ví en aquellos menesteres me dije: ¿¿pero qué haces?? Deja el café!!

Cuando digo que voy a dejar algo, lo dejo.

Tras cuatro años intensos, mi último café oficial fue el pasado 14 de Febrero. Y aunque al día siguiente, y al otro y al otro, me quería morir, necesitaba cortar con todo aquella situación. Ya se sabe que las rupturas pueden ser duras, pero siempre necesarias. Lo sé, lo sé, soy muy radical. Que le voy a hacer. Diré en mi defensa que sí me tengo permitido un café en situaciones extremas como son para mí los jet lags en aeropuertos, y las mañanas después de una noche en la que no haya dormido nada por las circunstancias buenas o malas que a veces aparecen en mi vida. Y listo.

Sin embargo, no puedo evitar que me encanten los sitios donde sirven café, entiéndase café como café del bueno. Supongo que tienen esa atmósfera de relax y que me gusta la sensación de que se llenen de gente que ha decidido tomarse un rato de tiempo ( o bajarse de la vida un rato, según los tiempos que corren) y a lo mejor quedar con alguien. Por eso no puedo evitar que me guste Torch.










Quedé allí con mi amiga Cris hace un par de semanas, aprovechando que ambas teníamos tiempo, y como eso es algo que nunca se sabe cuándo se va a acabar, había que aprovechar. Torch es una cafetería que me queda muy cerca de donde he estado yendo todo el año a prepararme el exámen de Inglés ( que mejor no os cuento como ha quedado la cosa…), y mola un montón porque tiene ese aire de cafetería de país nórdico, con pocas cosas, mesas largas para compartir, con silencio alrededor, con mucha luz… y con cosas muy ricas.








Tienen su propio micro tostador de café, así que imaginaros como tendrá que ser el sabor de un café con leche normal aquí!

Aunque no todo es café en Torch. Además de servir riquísimos descafeinados, tienen un te matcha increíble y preparan unos smoothies para morirse!!








Especialmente éste que me pedí yo de frutas cítricas.



La cuchara para rebañar es la prueba incuestionable de que eso que te estás comiendo está rico a más no poder….




¡¡Y he aquí la mía!!




Dejar el café no quiere decir dejar de ir a sitios tan molones como Torch, y descubrir que existen otras muchas opciones exquisitas. Es lo que tiene romper…. ;)


Torch Coffee Roasters

Dirección: Ave. Paseo de las Delicias, 3, 41001 Sevilla


domingo, 11 de junio de 2017

Antojo


    Hay días en los que me levanto de la cama y me digo: Hoy todo lo que quiero son unas croquetas.

No se si la sección El Comidista de El País tendrá pensado incluirlas en esa categoría tan particular que tienen de “comidas viejunas”, aunque algo me dice que no. Porque ¿A quién no le alegran una croquetas recién fritas? Y voy más allá, a veces alegran hasta las que hayan sobrado de la noche anterior ( y no, no necesariamente porque se levante una con resaca), y si me apretáis, hasta alegra el hecho de prepararlas en la cocina. Para ello, yo sugiero que mejor se haga en compañía, porque el proceso es laborioso.

Si hago memoria, es probable que las croquetas sean la primera comida que aprendí a preparar con mi madre, siendo aún una niña. Me veo desarrollando desde mi más tierna infancia y ataviada con un delantal que me quedaba grande, esa competencia tan demandada en estos tiempos laborales como es la capacidad de trabajo en equipo.



Así, con mis ganas de croquetas, me fui el pasado fín de semana a Antojo. Un foodie lugar que tenemos en Sevilla, en la zona de la Alameda de Hércules de la que ya os he hablado sin parar en otros posts, que sirve unas tapas de esas de volver y repetir.








Antojo, hace tiempo que dejó de ser solamente Antojo. Pertenece a Equipo MpuntoR, y poco a poco a lo largo de estos años, le han salido varios hermanos como La niña Bonita, Perro Viejo, Perro Chiko ( ¡el cual tengo pendiente visitar!), Zero… Todos con una carta riquísima que seguro que no decepciona ni a la persona más exigente de la mesa.










Y lo más importante, tienen croquetas.


Croquetas caseras cómo a mí me gustan, porque no hay nada que me guste menos ( aunque alguna vez han caído, que le voy a hacer) que la croquetas pre cocinadas. Pero estas no, estas son cómo las de mamá.



Me gustó el toque moderno de la salsa, que realzaba aún más el sabor de las croquetas.

Ensaladilla con langostinos






Puff! ¿Cómo pedir croquetas y no pedir luego una tapa de ensaladilla? ¿Hay gente  que sea capaz? ¿Alguien en la sala?



Más de lo anterior, rica, casera, receta de la tita ( lo que os decía, son comidas que hay que preparar en equipo familiar, con amor y cariño ;) )

Dumplings



Hombre, ¡que esto es un foodie - blog serio! Y si no pruebo ese plato que mezcla lo oriental, con lo eco-foogie-vegan, ¿de qué iría esto exactamente?




Con trigo bulgur salteado y salsa de chili dulce.



A mí los dumplings me encantan, y estos estaban exquisitos. Si no lo habéis hecho ya, ¡hay que probarlos al menos una vez!

Solomillo glaseado con salsa al whisky.







Otro clásico antojeril que se nos puede meter en la cabeza un dia cualquiera y hacer que no paremos hasta conseguirlo, y que cuenta con legiones de fans. En Antojo lo sirven con una salsa muy suave, cosa que yo agradezco, pero dicho queda para las bocas más intensas.


Moraleja, una croqueta no da la felicidad, pero ayuda mucho!

Y la ensaladilla rusa.
Y dar un paseo por la Alameda de Hércules.
Y comerme luego un helado de turrón.
Y acostarme tarde.
Y que sea ya verano.

Igual…  ¡Hasta soy una chica con suerte!


Bar Antojo
Dirección: Calle Calatrava, 44, 41002 Sevilla

Teléfono: 955 44 00 30

http://www.equipompuntor.com/bar-antojo/

sábado, 3 de junio de 2017

Helas


Grecia

Azul y blanco, Mamma Mía, Santorini, el capítulo de Gossip Girl en el que Serena confiesa lo que ocurrió en Santorini, cualquiera de mis clases de Filosofía del instituto, los yogures griegos con miel, Platón… y a ver déjame pensar que más… ah! Claro! Y Londres!

Siempre me maravilla como un juego tan simple como el de asociar palabras te lleva a hacer un increíble viaje dentro de tu cabeza. Cómo el sonido de una palabra empieza a despertar una imagen y a otra,  y a otra, y a muchas más. Así, sin censuras. Si lo llevas dentro, tú mism@ lo acabarás sacando a la luz. Porque una simple palabra tiene el poder de poner en marcha cualquier emoción.

Mi Grecia será diferente de la Grecia de otra persona, y eso es lo bonito de un ejercicio como éste. No es peor, ni más vacía, ni más estereotipada, ni más ñoña, es el mini-clip que es capaz de formar mi mente en unos pocos segundos con solo escuchar ese nombre.Simplemente es la mía, y es real.

Volviendo a mi lista de palabras de más arriba, se me ha quedado atrás una. Una muy rica.

Si estáis pensando en moussakas, tzatzikis, pastitsios o en el queso feta, yo estoy pensando en otra palabra que lo resume todo.

Helas

El mejor sitio que se puede encontrar en Sevilla para comer auténtica comida griega.
Helas es un restaurante al que me gusta ir a comer desde hace varios años. Y ya no solamente por la comida, que me encanta y está riquísima, sino porque tiene ese aire tranquilo y familiar que tanto caracteriza a todo lo mediterráneo. Nada que ver con el ajetreo de los bares más tradicionales de esta ciudad, especialmente cuando no tienes ganas de nada de ajetreo a tu alrededor.











Empezamos con un tzatziki?






Un entrante típico griego, una salsa hecha a base de yogur y pepino que se acompaña de pan de pita tostado…







Ya sábeis, exquisita nivel hay-que-rebañar-el-plato.


En una comida típica griega, no deben faltar las famosas berenjenas:





Rellenas de carne y gratinadas, en Helas las sirven en una ración así de generosa, que  es genial para compartirlas.



Y un plato con nombre menos conocido, pero rico a más no poder, el spanakorizo








Arroz con espinacas ( cómo no iba yo a elegir esto! con lo que me gustan!) y otras verduras de temporada.


Nada que envidiarle al típico rissoto italiano ni a nuestra paella de toda la vida, este plato es especiado, y las verduras que lo componen hacen que sea ligero al mismo tiempo. E igualmente en Helas lo sirven en una gran ración.




¿Os ha entrado hambre? De comida griega? De Grecia?


Os dejo pensando en vuestra lista propia de palabras. Soy muy consciente de que a la mía le faltan unas cuantas. Intentaré que mi lista de palabras asociadas a Grecia crezca, ya sabéis, con recuerdos futuros de mí en la Grecia de verdad, todo llegará!







Dirección: C/ Gonzalo Bilbao, 26, 41003, Sevilla.
Teléfono: 954 53 48 44
www.restaurantegriegohelas.com