¡Ooooooohhhhhhh! Todo lo bueno se
acaba y hemos llegado al final: último día de nuestro viaje italo-suizo. Tocaba
hacer la maleta, hacer el check out en el hotel… A veces, si no fuera porque en
casa te esperan familia y amigos deseosos de ver tus fotos y escuchar tus
aventuras mientras has estado vagando por ahí, os prometo que dan ganas de
desertar y no regresar.
La hora de salida del avión era a
las 18:00, así que eso nos dejaba el día casi entero para seguir viendo Milán.
Dentro del mismo parque se
encuentra el Castillo Sforzesco. Con aspecto de fortaleza, data del siglo XV y
debe su nombre a la familia de los Sforza. Jugó un papel muy importante en la
defensa de Milán cuando la ciudad fue invadida por las tropas francesas. En la
actualidad es la subsede del Museo Arqueológico de Milán y alberga también una
importante colección de pintura.
Muy cerca se encuentra el Acuario
de Milán, en un edificio antiguo y casi dentro del mismo parque Sempione.
Yo no soy mucho de acuarios pero
reconozco que fue un sitio bonito de visitar y donde pudimos resguardarnos un
ratito del sol, que ya empezaba a “picar”.
Siguiendo con nuestro paseo, M y
yo nos dirigimos a la Iglesias de Santa María de la Grazzie, donde en su
interior está en Cenáculo con la famosa obra de Leonardo Da Vinci “La última
cena”. Imposible conseguir entradas ni siquiera con tres meses de antelación…en
fín, siempre puede haber una próxima vez…
No queríamos marcharnos de Milán
sin despedirnos del Duomo y sin tomarnos el aperitivo a mediodía, una tradición
muy italiana.
Café Motta, dentro de la Galeria
Vittorio Emmanuele, es un establecimiento muy castizo que lleva sirviendo cafés
y aperitivos desde los años 20. Posee un gran ventanal con vistas al Duomo,
perfecto para admirar el edificio y dejar volar la imaginación un rato.
El tiempo se estaba agotando y
volvimos al hotel a buscar las maletas para marcharnos a aeropuerto.
Su lema es: Sandwiches cien por
cien naturales, y me ganaron por completo con este de atún tomate y mayonesa.
Y de postre, para irnos con un
buen sabor italiano, un fantástico tiramisú casero.
M y yo volvimos a Sevilla tristes
como cada vez que regresamos de algún viaje pero con casi mil fotografías en la
memoria de la cámara y pensando ya en la próxima aventura.
“El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario
partir algún día” (Paulo Coehlo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario