domingo, 29 de junio de 2014

Risotto de espárragos trigueros


Con respecto a la receta de risotto que os propongo hoy os tengo que confesar que la idea original no es mía. Es de un restaurante sevillano al que adoro y al que os llevaré muy pronto: La Duquesita.

Mi madre apareció en casa la semana pasada con un ramillete de espárragos trigueros, y rápidamente me acordé del estupendo plato que me pido siempre cuando voy allí: Risotto de trigueros, tomate y queso. No había intentado hacerlo por mi cuenta nunca, sería capaz? ¿Quedaría rico? Dejémonos de inseguridades culinarias y manos a la obra. Comprobémoslo!
 

 

Utilicé lo siguiente:

½ kg de arroz

1 litro de caldo de verduras

1 cebolla pequeña o 150gr de cebolla picada y congelada

3 tomates maduros

10 – 15 espárragos trigueros

250 gr de queso rallado tipo cheddar, o mezcla de cheddar con mozzarella también sirve.

100 gr de mantequilla

Aceite de oliva

Una pizca de sal

 

Primero freír la cebolla con un poco de aceite de oliva hasta que se poche y añadir a continuación los espárragos ya picaditos. Saltearlos.

 

 

Mientras vamos lavando y picando los tomates, añadirlos a la cebolla y los espárragos.


 

Dejar que los tomates se frían bien.

 


Luego añadir el litro de caldo de verduras

 

 


Y seguidamente el arroz

 





El truco de un buen risotto está en que finalmente el arroz haya quedado  impregnado de los aromas de los ingredientes principales, bien empapado por el caldo que hemos utilizados y bien trabajado con el queso y la mantequilla. Así que dejemos que el arroz consuma el caldo lentamente, y sin dejar que se pegue!


 
 
 
 
 

Aproximadamente 25 minutos después, probar el arroz para ver si ya está hecho o le hace falta más caldo de verduras. Si está a nuestro gusto, añadimos la mantequilla y removemos bien. La mantequilla hará que la textura del risotto se vuelva más melosa.

 


A continuación añadiremos el queso rallado ( yo al final elegí una mezcla de quesos), y seguiremos removiendo hasta que se haya derretido por completo y la textura de todo el conjunto sea más compacta.

 
 
 
 
 
 

Retiramos del fuego, y listo para comer!

 



 Buon appetito!

sábado, 28 de junio de 2014

Un poco de AIRE


Hay veces que tengo que levantar el pie del acelerador, porque tengo la sensación de que todo va tan rápido que me pierdo los detalles de las cosas, de lo que sucede a mi alrededor, de las personas que me rodean. Siento que vivo de pasada, siempre pensando en lo siguiente, siempre planeando algo para hacer en algún momento futuro para que cuando llegue el momento, no poder disfrutarlo intensamente porque ya estoy pensando en otras cosas futuras.

Por eso a veces paro y pulso un botón imaginario que dice “Stop”, y unos segundos después se hace poco a poco el silencio. Sólo estoy yo, andando por una calle. Las prisas y el estrés, los recuerdos de cosas desagradables que me hayan pasado últimamente, el cansancio y la inseguridad…A todos ellos los oigo cada vez más bajito y  cada vez más lejos. El aire se los está llevando... Entro en un  edificio, y los habré perdido de vista para siempre.
 
 






Sin relojes, y sin ventanas por las que se filtre ninguna luz, me desoriento rápidamente. Me sumerjo en una piscina de agua caliente y cierro los ojos. Las burbujas  que brotan del fondo chocan conmigo y me mecen. Y yo me dejo. El sonido del  agua hace que incluso me sea difícil escucharme a mí misma, así que silencio mi diálogo interior. Ya solamente existe piel y agua.

Mi cuerpo, cansado del bamboleo de las burbujas, pide algo más sosegado, como la tranquilidad de una sauna. Todo el ruido acuático anterior se transforma ahora en una intensa niebla, muy caliente. Y todo lo que percibo es un refrescante olor a eucalipto y una musiquilla árabe sonando de fondo. Siento que los dedos de mis manos están empezando a arrugarse y me pregunto sin éxito ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Atontada por el calor, salgo de allí necesitando algo realmente frío, y una piscina de agua congelada me espera muy cerca. El contraste es tan brutal que llego a sentir dolor durante unos segundos, luego siento como si me encogiera y me hiciera más pequeña, como si ocupara menos espacio.

Preocupada por el estado arrugado de mis dedos, vuelvo a oro estanque esta vez con una temperatura normal. Y ahora sí, ahora ya no siento nada. Ahora tengo la certeza de que me he dejado olvidadas en la sauna y en el hamman a las pocas  preocupaciones que consiguieron colarse aquí conmigo.



Un ruido familiar me hace recordar que sigo en el mundo  real: mis tripas han venido a rescatarme de este limbo acuático y me informan que debe ser alguna hora en la que están acostumbradas a recibir algo comestible.
 
 

Cuando salgo a la calle ya es de noche, y con cada paso que doy siento como si flotara un poco. Pulso el botón imaginario que pone “Start” y todo comienza a girar otra vez.

 

Baños árabes Aire de Sevilla: Calle Aire nº 15, 41004 Sevilla. Teléfono: 955 01 00 25

 

 

domingo, 22 de junio de 2014

Pasando calor


La semana pasada la primavera despedía su estación en Sevilla con una ola de calor, la primera del verano para nosotros como quien dice. Estos episodios, que se repetirán concurridamente desde ahora hasta Septiembre, suelen traducirse en temperaturas que alcanzan los 40 grados durante las horas centrales del día, dejando el ambiente de la ciudad con una sensación de sobrecarga de calor hasta bien entrada la madrugada. En esta ocasión, casi  cinco días. Creedme los que me leeis desde fuera de Sevilla cuando os digo que en esos días solamente se sobrevive debajo de una buena máquina de  aire acondicionado.
 

 

Pero en contra de lo que se piense fuera de aquí, realmente la ciudad no se paraliza tanto en esos días: la vida de todos nosotros continúa, por muchos 40 grados que marquen los termómetros.

Precisamente Sábado tuve que ir hasta la zona del centro por la tarde a hacer unos recados y mientras observaba como la temperatura subía más y más conforme más me acercaba a la ciudad pensaba en las pobres gentes que soportarían estas mismas temperaturas en esta misma ciudad  pero hace siglos, sin ventiladores, aires acondicionados, helados y pantalones cortitos…Claro, claro! Tampoco había coches, contaminación y asfalto por doquier, que efectivamente no ayuda. Pensaron con la cabeza nuestros ancestros e idearon para Sevilla un barrio entero de calles sumamente estrechas por donde apenas caben dos personas corpulentas a la vez, y por donde tampoco es fácil que se filtre el sol y el calor sea la hora del día que sea.

 
 
 


La antigua Judería de Sevilla, hoy famoso barrio de Santa Cruz, es el atajo perfecto para llegar al centro en una tarde de calígula.


 

Nada más adentrarte en este laberinto se nota que la temperatura del ambiente baja unos cuantos grados, el exceso de luminosidad disminuye y hasta te cambia el sentido del humor.

 

Esto, unido a las tiendecitas de souvenirs que lo pueblan y la gran cantidad de oferta de bares y restaurantes que hay por la zona, hace fácil que nos encontremos con turistas extranjeros a cualquier hora. Y a mí, que siempre me siento un poquito “guiri” en Sevilla por aquello  de mi herencia canaria, me encanta mezclarme con todo ese ambiente! Y, aunque conozco estos callejones desde que soy una niña, me encanta pasear por ellos como si los descubriera por primera vez.











 
 



La calle principal desemboca en la Giralda, como no podía ser de otra manera! Y voilá, habremos llegado al centro sin insolación mediante!



 

Os hago una promesa: Otro día, antes de que acabe el verano, os hago una versión extendida de este mini tour, que hoy estoy por aquí simplemente de paso.

 

Besos calurosos!

 

jueves, 19 de junio de 2014

París en Sevilla: Pastelería Colette


Oh la la París! La ciudad de la luz ( dicen que fueron pioneros en el alumbrado eléctrico de las calles), de las boinas, de las camisetas de rayas y de los arcordeones sonando por doquier. La ciudad de la buhardilla donde un joven enamorado escribía una obra basada en su romance con una bailarina del Moulin Rouge, la de la camarera que se inmortalizaba en un fotomatón ataviada con capa y máscara, y la del chico americano que todas las noches viajaba en el tiempo hasta la Belle Époque.

Con estas ideas, que para nada están influidas por el cine jajajaja, en mi cabeza no es de extrañar que mi primer viaje a París ( que además fue mi primer viaje) hace ya muchos años, fuera como si me zamarrearan muy fuerte para despertarme.


Mientras pienso cuando volver otra vez a buscar ese París que parece ser solamente existe en mi imaginación , me consuelo merendando en la pastelería Colette, en la Plaza Nueva de Sevilla.
 
 

 


 

Con aire vintage y parisino, es pequeñita y  está teñida de blanco y turquesa. Y tiene al fondo una ventana en blanco y negro  con vistas a la mismísima Torre Eiffel.

 
 
 
 


Pain aux chocolat? Macarrons? Lemon Tartine? Todo a la vez?? Por qué no? Estamos en París!

 

 


Confieso que los dulces me encantan, que los macarrones me pierden absolutamente y que pienso que el chocolate arregla cualquier cosa por mala que sea….
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 

 

Merienda perfecta con viaje imaginario a París incluido, y sin movernos del centro de Sevilla.

 


 

Bisous, bisous!