Sevilla vive para y por la Semana
Santa. Después de todos estos años aquí, os puedo incluso decir que la Semana
Santa sevillana nunca desaparece del todo el resto del año: Es fácil que una
mañana de verano, al doblar cualquier esquina de las calles del centro, nos
sorprenda un intenso olor a incienso quemándose. Y también, que cualquier tarde de otoño, si nos
alejamos un poco y recorremos la periferia de la ciudad, sonidos de cornetas y
tambores nos anuncien que las bandas de música están haciendo ya sus ensayos.
Las Hermandades religiosas de
Sevilla , la mayoría de ellas fundadas hace algunos siglos, son las que hacen
posible la puesta en escena en la calle de las imágenes de Cristos, Vírgenes y
misterios, a través de las cuales, y día tras día, van contando sin palabras
como acontecieron los hechos que llevaron a Jesús a ser crucificado y su
posterior resurrección ,(Estoy segura de que los que no me leáis desde aquí,
conoceréis de oídas a las más importantes: La Macarena, El Silencio o La
Esperanza de Triana por nombrar algunas). Explicado así, puede sonar a una
Semana Santa muy vinculada a lo religioso, a lo fúnebre, al dolor…
…Es difícil explicar lo que
ocurre en Sevilla con la Semana Santa pero, nada más allá de la realidad, la
gente de Sevilla es realmente felíz estos días:
se nota en sus miradas, en sus sonrisas, en como se visten y como
aglomeran las calles. La Semana Santa hace mucho tiempo que tomó un matiz
social tan importante, que incluso ha acabado superando, si se me permite
decirlo, al religioso. Son días para compartir emociones con los compañeros de
Hermandad, con la familia o con los amigos. Y tengo que admitir llegados a este
punto, que a Sevilla, en lo que se refiere a vivir emociones a lo grande, no le
gana nadie.
La zona del centro de la ciudad
se blinda para el tráfico durante esos días para que por las calles principales
como Plaza de la Campana, Sierpes y Constitución
discurra lo que aquí se llama la Carrera Oficial: un recorrido obligatorio que
tiene que hacer cada Hermandad y para el cual se reservan sus mejores marchas
procesionales y mejores movimientos. El centro se llena de mujeres de rigurosa
mantilla negra, de nazarenos portando cirios o cruces llevando a cabo su
penitencia, de capataces sacando lo mejor de sus costaleros y… de música.
Porque son las bandas de música, tanto las de cornetas y tambores que acompañan
a los pasos de los Cristos, como las bandas “finas” que acompañan a las
vírgenes, las que aportan la gran majestuosidad y solemnidad que caracterizan a
la Semana Santa sevillana.
El transcurrir de un paso, con un
cristo crucificado o virgen portado por hombres sobre sus propios costados, arranca
en muchas ocasiones lágrimas, piropos o alguna que otra saeta desde un balcón a
aquellos que esperan nerviosos contemplar de cerca la venerada imagen de la que
son fieles.
Este año he pasado la tarde del
Jueves Santo en el centro de Sevilla, o lo que equivale a decir que he estado
en el ojo del huracán, un poquito más adelante os explico por qué.
Aguantando el tipo bajo un sol de justicia y vestida de negro, como manda la norma para este día.
Zona Encarnación – Las Setas.
Hermandad de Los Negritos.
Con mamá
M y yo
Todo esto con calzado cómodo, por
supuesto, un consejo que os doy a todos los que no queráis abandonar nada más
llegar con un gran dolor de pies!
Sin duda, esperar a pie quieto a
que pase una cofradía puede llegar a ser bastante cansado, por eso lo mejor es ir
paseando de vez en cuando y dirigirnos a otra punto para ver pasar a otras
hermandades…
Prosigamos, con nuestra pequeña
penitencia de espectadores de la Semana Santa. Nos dirigimos a la Plaza del
Salvador andando por la calle Francos, no apta en tardes como esta para nadie
que padezca claustrofobia, debido a la gran aglomeración de gente. Y a eso me
refería antes con estar en el ojo del huracán:
Hermandad de Pasión, saliendo de la Iglesia del Salvador.
Con respecto a la Semana Santa en
los pueblos, hay algunas diferencias con respecto a Sevilla, especialmente si
el pueblo en cuestión es más bien pequeño: tallas y pasos más sencillos,
cortejos procesionales con menor número de nazareno y mantillas, con lo que se
reduce considerablemente los tiempos de espera, y recorridos procesionales de
menos distancia y de menos tiempo. Esto no quiere decir que no se mantenga la
misma solemnidad y rigurosidad que en Sevilla ,solo que en definitiva todo se
vive de una forma más cercana y tranquila.
Hermandad de nuestro Padre de
Jesús Nazareno, en Castilblanco.
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