¿Alguna vez os habéis hecho un
reportaje fotográfico porque sí? Es decir, sin que hubiera uno de esos motivos
tradicionales como pueden ser: comuniones, bodas, aniversarios, graduaciones,
etc…
Desde hacía un tiempo, yo tenía
metida esa idea en la cabeza y era una experiencia que me llamaba la atención y
que quería probar: posar, dejarte guiar por un fotógrafo y sacar cosas de uno
mismo que no suelen salir a diario.
Fue por ello que decidí lanzarme.
Desde el principio tuve claro que no quería acudir a los típicos estudios de
fotografía para esta ocasión, y es que lo que quería hacer era demasiado
personal, y temía no sentirme del todo cómoda.
Opté por llamar a una fotógrafa a la que conozco desde hace ya algún
tiempo y que hace trabajos como freelance. Le encanta lo que hace y eso se nota
cuando se pone detrás del objetivo. Además le encanta innovar, proponer ideas,
romper con lo tradicional y tuve la corazonada de que esto que tenía en mente
podía salir genial con ella.
La llamé y quedamos para vernos. Cuando me preguntó que quería exactamente con
el reportaje fotográfico, yo me quedé con la mente un poco en blanco: “pues que
va a ser, pensé, ¡¡¡que me hagas muchas fotos!!!” Le estuve explicando que ya
tenía un montón de fotos con cara de “niña buena”, herencia genética que le
vamos a hacer. Y que me causaba curiosidad verme de otra forma, pero sin dejar
de ser yo. Ella me propuso algo completamente diferente y en seguida dio con
una idea genial: un reportaje metamorfosis, o algo así como ir pasando de ángel
a demonio.
La idea me encantó. Empezó a hablarme
de modelos de fotos, efectos, luces, posible vestuario y maquillaje, diferentes
lugares tanto interiores como al aire libre para hacer las fotos… Yo no podía
esperar para empezar.
Y llegó el gran día. Y yo
estaba nerviosa como una modelo de verdad
de la buena en su primer día. ¿Qué ocurrió a continuación…? Todo empezó a fluir
con una extraña normalidad…
......De una chica normal y del
montón….
…a resaltar mi lado más dulce e
inocente…
…para terminar sacando a la luz
mi lado más oscuro…
Fue una experiencia increíble, y
me lo pasé genial a cada minuto, tanto que no quería que se acabara!
Cuando tuve las fotos días
después, sin saber todavía si compartirlas o no por lo vanidoso que todo esto
pudiera parecer, me quedé de piedra con los resultados: todas aquellas
Cristinas tan diferentes eran yo misma, pedacitos de la Cristina que sale a la
calle todos los días y en los que pude ver pequeños detalles que a diario no se
perciben, como si estuvieran debajo de un microscopio. Y debajo de vosotros/as:
que hay?
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