Mi infancia son recuerdos de un
verano tras otro viniendo desde Las Palmas a estas calientes tierras, tanto que
puedo decir sin exagerar que todos los veranos de mi vida los he pasado aquí en
Sevilla. La gente habitualmente suele hacerlo al revés, e irse de viaje a las
islas durante sus vacaciones, pero mis padres y yo siempre estábamos igual, llevando la
contraria!
Cuándo llegábamos al pueblo cada
Julio, tras haber estado todo el año fuera, tocaban visitas de rigor a
familiares, y vecinos, y amigos, y amigos de amigos y familia de familia… Los
que viváis o hayáis vivido en pueblos ya sabréis de qué os hablo. Para mí,
venir al pueblo entonces era adentrarme en un mundo absolutamente diferente. E
ir a casas extrañas con mis padres, me fascinaba.
Acostumbrada como estaba a que
tanto yo, como mis amigas del colegio viviéramos en pisos de esos donde entras,
a la derecha está la cocina, más adelante el salón, pasillo de barco a la
derecha con puertas de dormitorios y baño, y se acabó, lo diferente me sorprendía. Y en el pueblo era de otra manera. Allí
nadie vivía así. Vivían en casas, cada una de ellas con una forma y tamaño muy
diferentes, a veces con habitaciones secretas sin ventanas, con “doblaos” ( y
no buhardillas, eso es para los anglosajones) donde se guardan cosas, con
patios inmensos con aroma a jazmín y llenos de geranios. Casas de muros gruesos
y ventanas pequeñas, pensando en los
calores del largo estío. Y que olían a una mezcla de vigas de madera, jabón y
naftalina.
Esos recuerdos, que estaban a
buen recaudo en mi memoria, salieron todos de golpe cuando estuve cenando hace
poco con M en un curioso foodie lugar en Sevilla, donde han conseguido recrear,
a al menos para mí gusto lo han hecho,
exactamente esa atmósfera de casa familiar de antaño de la que os
hablaba. Y ese curioso foodie lugar sevillano no podía tener un nombre que le
sentara mejor que el que lleva, Petit Comité.
Luces tenues, suelos preciosos,
pequeños huecos con mesas para sentarse a comer tranquilo pero sin quedarse
aparte, y olor a sentirte como en una
casa que conoces bien. Fue como entrar en unos de esos lugares a los que
solamente puedes acceder si conoces la contraseña, no por la exclusividad de la
decoración del sitio, sino por lo exclusivo que es entrar en la casa de alguien
realmente.
M pidió para cenar los fideos yakisoba
con pollo, calabacín, berenjena y pimientos
Y ooohhh, muy muy ricos! Los
probé y comprobé que tenían un toque lejano oriental, de los mejores que hemos
comido!
Para mí, pedí huevo roto campero con foie.
Ricos! Al punto de sal y al punto
de todo!
Y para compartir, M y yo nos
pedimos una pequeña hamburguesa del chef, para ver de que iba aquello.
Y la verdad es que no se nos hizo
nada pesada, el pan era muy ligero y la carne estaba muy hecha como pedimos.
Haciendo honor a su pizarrín en
eso de comer como en casa, M y yo hemos nombrado a Petit Comité como nuestra “casita”
en Sevilla para comer tranquilos. ¡Tenemos que traer aquí y tantos amigos,
familia, familia de, amigos de…
Petit Comité
Nos dedicamos a difundir una
filosofía de nutrición consciente con un compromiso orientado al cuidado de
nuestro cuerpo y alma de nuestros clientes.
Calle Dos de Mayo, 30, 41001
Sevilla
954 22 95 95
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