lunes, 12 de octubre de 2015

Up


En Nueva York todo es hacia arriba. El archiconocido skyline que somos capaces de visualizar mentalmente en cualquier momento. Es un ciudad totalmente horizontal a ras de suelo ( cosa que les agradezco) y totalmente vertical una vez vas levantando la vista: habrá algo freudiano en la estética de esos edificios? ¿ Se trata acaso de una materialización de ese espíritu que impera en la ciudad de ir siempre “subiendo”? ¿Es un tema de mero diseño y arquitectura? O simplemente es una falta de espacio porque Manhattan es una isla de tamaño limitado y hay que rentabilizar el poco que hay? Un poco de todo yo pienso.

Visualmente son espectáculos totalmente distintos. Desde abajo acabas abrazada/o por un montón de edificios altísimos, cada uno de su padre y su madre, que aportan su granito de pequeña historia a la ciudad. Y desde arriba…ay desde arriba!!
 
 
 
 

Vamos a subirnos juntos en un ascensor que  en menos de 60 segundos nos va a llevar 100 pisos por encima de las cabezas de los humanos que andan a ras del suelo, allí hasta donde los móviles se quedan sin cobertura.
 

Y aquí estamos, hemos llegado al cielo de Nueva York.
 











 

Estamos exactamente encima de la zona cero. Los huecos de las dos antiguas torres gemelas se ven muy lejanos allá en el suelo, los coches son del tamaño de las hormigas, y las personas ni siquiera se ven desde aquí arriba. No puedes evitar sentirte poderoso y débil al mismo tiempo. Una sensación te empuja a quedarte aquí arriba un poco más, la otra te dice que vuelvas a poner los pies en la tierra.

Pero el espectáculo de que está a punto de comenzar hace que queramos esperarnos un poco más. El gris de los edificios empieza a desaparecer, y todo empieza a cambiar. Primero rosa, luego azul oscuro, y luego solo luces encendiéndose bajo nuestros pies.
 



 





 
 
 
 


 
 
 
 

Creo que además de la noción de la realidad, hemos perdido también la noción del tiempo, de tanto dar vueltas en las alturas. Tenemos que volver a montarnos en esa especie de ascensor ultrasónico y bajar con el resto de los mortales.
 

 

Aunque este mirador se jacta de ser el más alto de la ciudad en este momento, por toda Nueva York hay infinidad de terrazas y azoteas a las que se puede subir a buscar esa sensación de estar en la cima del mundo.

 

Le Bain, en la cima del hotel Standard, en una planta 18 de nada, es el club más loco en el que he puesto mis pies hasta ahora. Y el más polivalente! Lo mismo subes a ver unas vistas alucinantes del downtown financiero, que te remojas en ropa interior a falta de traje de baño en su jacuzzi interior, que te zampas una crepe de chocolate para merendar… Lo que más os guste! Y como escribí en mi IG aquella noche, lo que pase en Le Bain, se queda en Le Bain.
 



 
 
 

 

Os tengo tan acostumbrados a verme zampar en todas las entradas de mi blog que os preguntareis que ha sido de mi vida foodie durante mi travesía yanqui!! Os lo contaré en mi siguiente entrada.
 
 

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