Cualquier persona que entre aquí
y eche un vistazo a las entradas que voy publicando podría afirmar que este blog
no es un blog de moda, y que yo no soy una chica loca por la ropa, los zapatos,
los bolsos, gorritos, pañuelos… Y quizás se esté equivocando, quizás yo esté
más loca que las mismísimas fashion bloggers!
Yo siempre diré que no tengo
ropa, ni zapatos. Nada, nada. ¡Desnuda que voy por ahí (…)! ¡Cualquier día me
detienen! Lo que hay dentro del armario de mi habitación, y del armario de la
habitación de al lado, y en el armario del estudio de la casa de mi madre… No,
eso no cuenta, por todos los dioses! Eso son cosas, cosas banales sin
importancia. M, que es quien sufre en silencio esta bola de nieve que crece y
crece y quien pone los ojos como dos huevos fritos cuando me ve llegar a casa
con bolsas varias, me dio un ultimátum hace un tiempo: por cada prenda nueva
que entrase en casa, otra tenía que salir… Cruel, M, muy cruel. Yo en el aquel
momento no me dí cuenta, pero no me estaba dando realmente un ultimátum, me estaba
dando la mejor terapia para no comprar ropa que realmente no significara algo
para mí, para que dejara de llenar mi armario de cosas fabricadas en serie, sin
alma, que no me ayudaran a contar ninguna historia, que no deseara realmente a más no poder,que no se fusionaran
conmigo en el día a día y en el “personaje” que ese día quería ser.
Dejé de ser un soldado en primera
línea de fuego, que dispara a todo, a diestro y siniestro. Y me convertí en una
cazadora, en una especie de francotirador, escondida, siempre al acecho, sin
bajar la guardia, y con una sola bala para usar. Y sí, confieso que mi armario
cambió, y de paso esta nueva actitud me ayudó a mejorar varios aspectos de mí
misma.
Llegados a este punto, es cuando yo
debería empezar a hablar ya de lo habitual por esos lares del universo fashion:
los Louboutins, los Manolos, los Jimmy Choo…Pero lo cierto es que me duelen los
pies solo de pronunciar esos nombres. Me encanta verlos, en el escaparate de
una tienda, en cualquier revista mensual de moda, en cualquier serie
neoyorkina de esas a las que soy mega
adicta, pero en mis pies…? Luego me paso toda la semana vestida de working girl
y con un par de tacones puestos de nueve a nueve. Contradicciones de la vida.
Porque por lo que yo me muero es por unas buenas UGG calentitas para el
invierno, para ponérmelas solamente con una camisa que le “coja prestada” a M y sentirme como Sienna Miller. O por unas
NB azules y rosas para irme por ahí a saltar y a dar vueltas. O por estas botas
de “cazadora” auténtica que me regaló M precisamente las pasadas navidades:
He deseado unas botas Hunter desde
antes de que existieran yo creo. Y cuando rompí el papel de regalo la mañana de
Reyes y las tuve en mis manos por fín…Sí, fue exactamente como si a otra chica
le ponen en sus manos un par de Manolos!
Así que ante tal estado de
euforia post regalo, me permití el pequeño lujo de coger mis botas nuevas, calzármelas
aunque no estuviera lloviendo ni nada, sacar a esa personaja que llevo dentro a
la que le chiflan las faldas de cuadros tableadas, el agente 007, los scones untados
con Lemon Curd y Londres a más no poder, y hacerme unas cuantas fotos.
Porque de eso va todo esto de la
moda y todo lo fashion, no? De ir sacando a la luz y sentir y vivir en el mundo
real a todos esos alter-egos que llevamos dentro. ¿A quién vais a sacar
vosotros mañana afuera? Divertíos!
Yo soy igual. Sólo te diré que en mi habitación tengo tres armarios y llenos de ropa Jajajajaja cuando te tengas que deshacer de algo, te doy mi dirección y me lo mandas.
ResponderEliminarJejeje magnífico! M estará encantado con la idea y se ofrecerá seguro para las laboras logisticas! bss desde Sevilla Jen!!!
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