En unas horas, este carrito de
montaña rusa en el que llevo un año montada llegará a su parada. Fín del
billete. Y llevo todo el año deseando que llegue el día de hoy.
Dice el refrán que quien mal
empieza, mal acaba. Y no os imagináis la satisfacción que siento siempre que
reviento alguna regla absurda de este tipo. No hay nada mejor a veces que
convertirte en la excepción, o darte cuenta de que lo que sucedió a lo mejor en
mi caso, es que el año 2015 nunca empezó realmente mal para mí.
Resiliencia. La palabra del año.
Debería venir con un manual de uso para aquellos que la lleven a la práctica.
Con una letra pequeña que dijera: “cuando a
usted se le presente una situación negativa en su vida y quiera
afrontarla de la mejor manera posible incluso empiece a verla como una
situación motivadora, recuerde que las personas cercanas que le rodean pueden
reaccionar de una forma negativa ante este comportamiento de usted.” Es duro
que nos rompan los esquemas ¿ verdad? También lo pensó el resiliente de turno
ante su problema. No perdamos nunca la perspectiva.
Todo lo que os puedo contar es
que estoy a punto de terminar el que haya podido ser quizás uno de los mejores
años de mi vida. Y cuento los minutos. Los cuento para que la doceava campanada
suene ya, y pueda estar segura de que sí, de que terminó y nada lo estropeó.
A veces todo lo que tiene que
ocurrir es que tu zona de confort desaparezca. Tú hace tiempo que te diste
cuenta de que esa zona de confort era una cama llena de clavos como la de los
faquires hindúes, pero el miedo a salir de ahí era tan fuerte que ni siquiera los
clavos te dolían. Sin embargo, esos clavos nunca han dejado de pincharte. Una
vez que la zona de confort ha desaparecido, la curiosidad y la valentía deberán
hacer el resto. Y empiezas a aprender.
Que si te atreves, todo lo que
has aprendido en silencio durante tanto tiempo está guardado dentro de ti esperando su
momento.
Que si te esfuerzas, si dejas
atrás tus miedos y tus convicciones aférrimas que no llevan a ninguna parte,
sin confías en ti… antes o después llegarás a dónde quieres llegar, o te
acercarás muchísimo.
Y sobre todo, lo que yo he
aprendido por encima de otras muchas cosas es a no
escuchar a la gente que dice que lo que sucede en la vida de uno es fruto de la suerte.
Porque yo soy una de esas
personas que piensan que la suerte nunca existió. Lo he pensado cuando mi vida
ha ido mal, y lo he pensado cuando mi vida ha ido bien. Sólo existen estados de
ánimo dentro de nuestras cabezas. Y yo os deseo el mejor de todos esos estados
de ánimo para el año nuevo que empieza.
¡¡Felíz 2016!!
¿Y mañana? ¡Mañana será otro día!
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