Intento ( y me gusta) ser una
buena foodie, y por eso de vez en cuando hago cosas como añadir al carrito de
la compra alimentos o ingredientes que nunca he usado en mi vida, porque son
cool, son guays, porque es lo que comen
los foodies…como la avena. Que los dioses foodies me perdonen pero la avena me
ha sonado siempre a algo que comen los animales o a algo con lo que nos
duchamos los humanos.
Si sois la mitad de frikis que yo
de las series y películas yanquis, la avena os sonará a eso que desayunan ellos en forma de puré…Lo
probé la primera vez que estuve por aquellas tierras y no me gustó nada, son
como una especie de gachas raras!! Los británicos, mucho más elegantes ellos,
también se comen esta mezcla de avena y leche a la que llaman porridge, y la aderezan con fruta
salteada con mantequilla y algunas especias…Lo sé, nunca seré una foodie hecha
y derecha!!
El tema es que los meses iban
pasando y el paquete de avena que compré de moría de risa en la despensa de
casa. A mi llegaba información por todas partes de las bondades de la avena,
especialmente para desayunar, y todos los viernes me decía a mí misma al
acostarme: mañana por la mañana me pongo y hago unas gachas de esas, y todos
los sábados me levantaba y me abalanzaba sobre la cafetera y la tostadora!! No
había manera. Y no fue hasta esta semana que, mientras me zampaba en la oficina
las galletas de avena y chocolate que se había llevado mi compañera Ana, caí en
la cuenta de que podía fabricarlas yo misma con la dichosa avena que tenía en
casa!!!
Así que hoy Domingo por fín, con
resaca post – Eurovisión y habiéndome visto ya el vídeo del sueco ganador como
unas 10 veces (¡…!) , me he puesto manos a la obra.
Necesitaremos:
Lo primero es mezclar la avena,
la harina ( en esto caso es integral), el azúcar, la levadura y la pizca de sal
hasta que queda perfectamente ligado
Luego añadiremos el aceite
Y los huevos
Seguimos ligándolo todo
Y por último, añadimos las
pepitas de chocolate y volvemos a mezclar.
Cubrimos la bandeja del horno con
papel de hornear y con la ayuda de dos cucharas vamos colocando pequeñas
porciones de la masa anterior.
Horneamos a 180 grados alrededor
de 20 minutos. No os vayáis muy lejos y vigiladlas para que no se quemen
demasiado por arriba.
¿No habéis dejado suficiente
espacio entre las galletas y al hornearse todo se ha unido y parece una gran
galleta gigante? OK, yo tampoco! M me ha dicho: ¡diremos que es una torta y lo
serviremos así…! Que no cunda el pánico, cogemos un vaso y lo utilizamos de
molde ( llegados a este punto me dí cuenta de que necesitaba moldes de
galletas…en fín) para ir cortando galletas, y aquí las tenéis:
¡¡Bonitas, riquísimas y fáciles
de preparar!!
A disfrutar!