“…Bienvenida a la
jungla.
Tenemos diversión y
juegos.
Tenemos todo lo que
quieras
Cariño, nos sabemos
los nombres,
somos personas que
pueden encontrar lo que sea que tú necesites…”
Fue imposible entrar aquella noche en el restaurante
Clorofila y no tararear mentalmente a Guns ‘n’ roses. Aunque sea un grupo que
no es santo de mi devoción musical, porque yo soy una chica pop, el
fluorescente con forma de welcome to the jungle que ví ante mí, activó el play dentro de mi cabeza.
¿Habrán conseguido ciertas películas y ciertas canciones
obrar el milagro de que cuando nos topemos con la palabra jungla, nuestros
pensamientos viajen a la velocidad del sonido hasta visualizar ciudades como
Nueva York y Los Ángeles, utilizada esta última precisamente por el señor Rose
en la citada canción?
Y no hay nada que me guste
y que agradezca más que alguien que tire de mí , me vuelva a poner los
pies en la tierra y que sin hablar parezca que me está diciendo: Señorita, las
junglas son verdes. De toda la vida.
Y el restaurante Clorofila es precisamente de ese tipo de
junglas. De las que son verdes y huelen rico. Un precioso papel pintado verde
con hojas dibujadas simula un escenario selvático y luces del mismo color se
cuelan por todo el comedor, dándole a la estancia un aire tranquilo y muy
moderno al mismo tiempo.
Su carta realmente nos impresionó porque nos encontramos con
unas mezclas de sabores que no esperábamos y que no se prueban todos los días ni en cualquier sitio.
Especialmente el solomillo con salsa de turrón, pero empecemos por el
principio.
El postre de toda la vida, hecho croqueta allí delante de
nosotros. Exquisitas!!
Adornado con jengibre. Lanzaros, aunque eso de las cosas
crudas-maceradas no sea lo vuestro, que para eso estamos en una jungla! Yo soy
más del pescado crudo y no de la carne, pero está tan bien preparado, que
solamente podréis pensar en que os estáis comiendo algo muy bueno.
Súper tierno, señal inequívoca de que ha sido bien preparado
y con una salsa con un sabor casero a esas setas boletus que me gustan tanto!
No comía yo ñoquis desde hace dos mil años, y los echaba de
menos. Estas curiosas bolas de patatas y harina llevan en Clorofila el toque
verde del lugar. La mezcla de albahaca y trufa es realmente espectacular.
Hecho con setas de verdad, de las que salen en el campo.
Últimamente M y yo nos hemos aficionado a salir y recoger algunas de estas
maravillas que salen en otoño y os garantizo que éstas que nos comíamos habían
ido directamente del bosque a la mesa.
Y ahora sí, el plato estrella fuera de carta que me dejó sin palabras. El
solomillo con salsa de turrón.
Hay que tener arte para mezclar una carne de primera con
algo dulce y que sepa exquisito, pero a estas alturas de la cena no dudaba yo
que los fogones de esta jungla son fogones muy expertos.
Y como sorpresa final...
Del que dimos buena cuenta los tres. Tres capas dulces: una intensa, otra suave y otra crujiente, que combinaban a la perfección.
Si las redes sociales os están bombardeando con técnicas
milagrosas para que adelgazeis ahora lo que vais a engordar luego en Navidad,
apagad las pantallas de los móviles, poned los pies en la Tierra y dejaros
guiar por esta luz verde, verde Clorofila.
Ese pudín de castañas me encanto! Aunque mi favorito sin duda fue el helado de mango en salsa de chocolate blanco, riquisimo! Te lo recomiendo para la próxima vez
ResponderEliminarBesos desde www.justforrealgirls.com
Ese pudín de castañas me encanto! Aunque mi favorito sin duda fue el helado de mango en salsa de chocolate blanco, riquisimo! Te lo recomiendo para la próxima vez
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