El año pasado, una tarde mientras esperaba en la consulta de un médico,
leí un artículo en la revista Vanity Fair que me tuvo cavilando un tiempo. Igual os ha pasado alguna vez a vosotros
también, que algo que leéis un día por casualidad se convierte en algo en
lo que ya no dejáis de pensar : y a
mí aquel artículo me había fascinado.
Meses después yo seguía recordándolo y gracias a San Google, encontré hace poco
el enlace ( no fue fácil, no recordaba el nombre, sólo de que trataba) http://www.revistavanityfair.es/articulos/chismes-caviar-y-senoras-ricas/17005/page/3
, y he podido devorarlo a gusto unas cuantas veces.
Devorar, y no leer ávidamente una y otra vez, me ha parecido el término
más adecuado para referirme a un artículo que trata acerca de unas damas de la
alta sociedad americana de los años 60 y 70 que se reunían a mediodía en
restaurantes de postín a no comer. Sí, habéis leído bien, a no comer. Las
llamaban “Ladies who lunched” y cuentan aquellos que las conocieron, que
acudían hiperdelgadas y vestidas con sus
mejores galas de los diseñadores de la época y apenas probaban la comida del
plato; la mareaban un poco mientras se ponían al día con los últimos
acontecimientos y cotilleos.
Sín ánimo de querer convertir en mito lo que es, como mínimo, un
trastorno alimenticio a todas luces y menos aún, defender la delgadez extrema,
permitidme que exprese mi fascinación por alguien que se siente en un
restaurante delante de un magnífico plato y resista la tentación de zampárselo…conmigo
que no cuenten! Yo no tengo tanta fuerza de voluntad!
Cuando yo quedo con mis amigas para comer, comemos! Y eso lo sabe muy
bien mi amiga Mer, con la que quedé una mañana hace poco para desayunar. Le
tocaba a ella esta vez elegir el lugar y me llevó a un sitio muy especial. Le XIX.
Es una cafetería a medio camino entre los cafés literarios del París de finales del XIX y los club de jazz del Nueva York de los años 20, de hecho muy
de la versión de “El Gran Gatsby” de Lurhman, donde puedes recostarte en uno de
sus confortables sillones con una taza de café, admirar su pared repleta de
carteles de películas antiguas y ver desde sus cristaleras como el mundo sigue
a la velocidad vertiginosa habitual mientras el tuyo se detiene un ratito.
Y un sitio tan bonito y tan encantador, para no ser simplemente un escenario, debe tener un desayuno acorde, y este lo tiene!
Magdalena e infusión para mí y tostada y café para Mer.
Estando en un sitio tan con una decoración tan chic, no pude evitar acordarme, otra vez, de aquellas grandes damas que se reunían para no comer, y que de ir yo con esa filosofía por la vida me habría perdido aquella increíble magdalena de yogur y arándanos, que estaba buenísima! Yo
sería una chica con hambre ( y no creo que haya nada menos elegante que estar hambriento) y Le XIX un bar bonito más, de ahí que piense que
son las pequeñas cosas las que le dan sentido a todo. Así que en mi pequeño
mundo no comer no significa ser más elegante y un buen desayuno es algo que
puede hacerse mientras te pones al día con tus amigas de las últimas historias
;)
Le XIX
C/ Tomás De Ibarra 9, Sevilla
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