Soy una romántica. Una que no hace nada especial el día de San Valentín, pero que sigue utilizando el reproductor de música de Windows cuando se sienta delante del portátil a escribir. ¿Por qué? Y yo que sé. ¿Será que hacerle sitio a lo nuevo y desplazar lo cómodo y conocido es más difícil de conseguir una docena de magdalenas caseras esponjosas recién salidas del horno? ¿Será que me da pereza hacer listas en Spotify, también? ¿Será que le tengo cariño a mis viejas canciones que me llevan así volando a recuerdos, a mundos donde los “ y si hubiera…” son posible?
Soy una romántica muy fan de los modernos. De los que presumen en las redes sociales que no hay que darse cariñito solamente el día de San Valentín. Que hay que darse cariñito todo el año, todas las mañanas incluso cuando los ojos tienen legañas y la boca está seca, todas las tardes que vuelvas a casa sin energía para nada más, en los días mierder y en los días en los que estás bajo el sol en la playa. Hasta que Tinder nos separe. Los mismos modernos que presumen en las redes sociales que amigos son aquellos a los que puedes llevar sin saber nada algo así como mil años, que nada pasará, todo permanecerá igual.
Igual. El restaurante de siempre seguirá aún en pie, las palabras fluirán, la ilusión de contar cosas nuevas flotará en el ambiente o los dedos se deslizarán por las teclas del portátil como si la última vez hubiera sido ayer, y contradicciones de la vida, todo será ahora diferente. El movimiento no se detiene jamás, la vida corre y corre, como la locomotora de los trenes aquellos que funcionaban con carbón, y al que llamamos tiempo hace mucho que le hemos convertido en nuestro gran amienemigo. Patrón de los planes que nunca se harán realidad y Santo de lo que tuvo que quedarse aparcado en el pasado.
Así que respiro, la vida está llena de contradicciones, de cincuenta tipos de grises, de palmeras de chocolate y de rendijas por las que traspasa la luz. Tiempo muerto. Que aparece por sorpresa. Me cuelo y paso al otro lado.
Estoy sentada en un restaurante, como quien estuvo aquí ayer.
Bueno, aquí aquí en Lateral no, aquí es la primera que vengo. Así que abro bien los ojos:
Empecemos por una ensaladilla.
Con crujiente de bacon. Primera vez que pruebo esta mezcla. Y me encanta. Así es la ensaladilla, el bacon le va bien.
Berengenas con salmorejo.
Que conste en acta que las prefiero con miel, pero estas berenjenas rebozadas y con el salmorejo servido para ir mojando, me gustaron un montón.
Solomillo con brie fundido.
Gente que sabe, estos de Lateral. Una tosta deliciosa y un plato que no necesita nada más, es perfecto.
Mini hamburguesa en pan de brioche con cebolla caramelizada, rúcula, tomate y salsa de especies.
Seguir donde se quedó todo. El concepto imaginario. Y lo que ha pasado en medio te lo meriendas como quien no quiere la cosa. Seguro que los modernos también son unos románticos, y se montan mundos imaginarios en su cabeza, y escuchan canciones viejas en el reproductor de Windows cuando nadie está mirando.
Lateral Buhaira
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